Noticias
Jueves 28 de Julio, 2016

“Me di cuenta que aún tengo un gran camino por seguir, un compromiso por cumplir”

 


Sergio Bascuñán es ministro de comunión de la Parroquia y fue condecorado con la Cruz del Apóstol Santiago. Acá nos cuenta su testimonio.

Dios ha sido siempre el centro de su vida. Sergio Bascuñán tiene 79 años y siente que fue llamado por Él desde muy pequeño.

A los 12 años comenzó su peregrinar en la Parroquia Buen Pastor de Macul como acólito y desde ahí que nunca ha dejado de servir a la Iglesia.

Testimonio que le valió la condecoración de la Cruz del Apóstol Santiago el domingo 24 de julio recién pasado. Él junto con 26 personas más, recibieron este reconocimiento que la Iglesia entrega a personas que viven su vida como verdaderos discípulos y misioneros de Dios y que prestan sus dones al servicio de la Iglesia en los más diversos campos de acción. (Puedes leer la nota completa sobre la Ceremonia aquí.) 

Nos cuenta que su vida religiosa fue marcada por la Parroquia Buen Pastor, ya que, luego de ser acólito por algunos años, participó activamente en ella durante toda su juventud a través de la Acción Católica, lugar donde conoció a su esposa, Teresa Muñoz, con quien está casado ya hace 56 años.

Fue ahí también donde conoció a quienes, él nos cuenta que son sus verdaderos “padres espirituales”, el Padre Eladio Vicuña, Mauricio Hourton y Sergio Correa. Los dos últimos fueron quienes casaron a Sergio y Teresa.

Vivió muchos años por su trabajo en administración de bancos fuera de Santiago. Copiapó, Vallenar, La Serena y Concepción fueron sus hogares. Pero en forma especial, recuerda su paso en Copiapó, ya que, ahí conoció a quien fuera otro de sus padres espirituales, Monseñor Juan Francisco Fresno: “para mí y para Teresa, fue nuestro gran amigo, nuestro gran papá, nuestro gran abuelo”.

El año 1976 vuelve a Santiago y es llamado por Monseñor Fresno, que en ese entonces era Arzobispo de Santiago, para hacerse cargo de la administración de bienes del Seminario Pontificio Mayor, cargo que ocupa hace ya 26 años.

Su vida de fe es muy importante y hace 10 años que forma parte de la Parroquia Inmaculada Concepción de Vitacura. “Es mi parroquia”, dice  con mucho cariño.

Al Padre Eduardo Howard lo conoce bien, ya que, fue discípulo de su padre en la fe, Sergio Correa. Fue por lo mismo que cuando éste le contó a él y a su señora que necesitaba personas que lo ayudaran como Ministros de Comunión, no dudaron en ir en su ayuda.

“Hicimos el curso y desde entonces que lo ayudamos. Para nosotros la Parroquia Inmaculada Concepción ha sido una continuación de nuestro trabajo en el Buen Pastor y la Eucaristía significa para mí cooperar con la Iglesia al máximo. Es prolongar algo o en parte lo que tú has recibido”.

Dios en la vida de Sergio y su familia ha sido muy importante, el motor de todas sus acciones.

“Es todo en mi familia y siempre ha sido así. Es el centro. Nosotros nunca obligamos a mis hijos y nietos a ir a misa o a rezar, sino que ellos solos han seguido el camino. Hoy los escucho y me enorgullece porque siempre están preocupados del resto, ayudando al prójimo, metidos en algo para ayudar al otro y eso para nosotros con Teresa, es una maravilla”.  

Nos cuenta con mucha sencillez y un tanto de vergüenza en la voz, que no podía creer cuando lo llamaron para recibir el premio: “me llamó el rector del Seminario y creí que era una broma”.

Admite que cuando se subió al altar a recibir el reconocimiento en la Catedral de Santiago fue muy impactante y se sentía un poco indigno del premio: “Subían curitas viejos, unas monjitas viejitas y yo decía, cuánto habrá sufrido esta gente para que le den este premio y yo estoy aquí, me dio mucha vergüenza. Pero con mi mujer lo hemos hablado y sentimos que esto significa que estamos más cerca de Dios de lo que creíamos. Yo lo único que hice fue poner a disposición de la Iglesia, las habilidades que he tenido”.

Para Sergio fue un día que recordará por siempre porque fue muy impactante para él.

“La catedral estaba llena y además estaban todos mis hijos y mis nietos. Una familia como la nuestra cuesta juntarlos porque somos muchos. Fue emocionante porque estaban todas mis nietas alrededor del altar. Además que justo ahí está enterrado Monseñor Fresno, mi gran amigo espiritual. Y la verdad es que lo único que pensé en ese minuto fue darle gracias a Dios y punto”.

Siente que esta condecoración lo impulsa a seguir cooperando con la Iglesia y a no bajar los brazos: “Me di cuenta que aún tengo un gran camino por seguir, un compromiso por cumplir. Porque ya a mi edad pensaba que ya estaba bien, que tenía que tomar un descanso y claramente, no es así". 

Recemos para que sean muchos y muchas más quienes sigan a Jesús con tanto compromiso, para que Dios inspire a tantos corazones para entregarse, en su vida diaria, al servicio de su Reino. 




Av Vitacura 3729, Vitacura, Región Metropolitana
Teléfono: 22 208 1730
E-mail: secretariapinmaculada@iglesia.cl