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Domingo 28 de diciembre, Tiempo de Navidad
Después de la partida de los magos, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”.
José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto.
Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por medio del Profeta: “Desde Egipto llamé a mi hijo”.
Cuando murió Herodes, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José, que estaba en Egipto, y le dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre, y regresa a la tierra de Israel, porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño”.
José se levantó, tomó al niño y a su madre, y entró en la tierra de Israel. Pero al saber que Arquelao reinaba en Judea, en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí y, advertido en sueños, se retiró a la región de Galilea, donde se estableció en una ciudad llamada Nazaret.
Así se cumplió lo que había sido anunciado por los profetas: “Será llamado Nazareno”.
Palabra del Señor
Te invitamos a meditar la Palabra con la guía de Fray Ramón Núñez Holguín (O.P.) del Convento de Santo Domingo, Rep. Dominicana:
La liturgia de la palabra, especialmente el evangelio, nos recuerda la importancia en la familia de hoy de recuperar las estructuras o de mantenerlas y de ir quizás un poco a la contra de esta sociedad líquida comunicando solidez en el ámbito familiar. Y no es que la estructura de por sí lo haga, pero es lo que posibilita vínculos significativos y un espacio de crecimiento personal.
Algo particularmente hermoso de la familia conformada por Jesús, José y María es que vivían a partir de algo más grande que les trascendía: a José en sueños se le revela la voluntad de Dios para con su familia y María que también se dispone a algo más grande—ser la Madre de Dios— llevará a cabo el plan de Dios dentro de su familia. Jesús es el Mesías esperado y, sin embargo, el evangelio dice que vivió sometido a sus padres mientras crecía en gracia y sabiduría.
En cualquier caso, es una familia abierta a algo más grande. Dios convoca a la familia para que viva desde ella su plan de salvación. Y eso es una paradoja hermosa porque dentro de ella y más allá de ella es donde la familia ha de realizar su misión para que trascienda el evangelio como lo hizo Jesús de Nazaret, quien luego termina diciendo: mi madre y mis hermanos y mi padre son aquellos que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica. Sin duda alguna habrá visto aquel escuchar la palabra y vivirla en José y María de Nazaret.
Fuente: Dominicos.org
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