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“Contemplemos al que ha sido traspasado”
Vivimos un Triduo Pascual con mucho fervor y participación, comenzando con la celebración del Jueves Santo, en que se conmemoró la Última Cena.
En ese contexto, se realizó el tradicional lavado de pies a once miembros de nuestra parroquia, recordando el gesto de Jesús con sus discípulos.
Durante la homilía, el padre Javier, nuestro párroco destacó la profundidad de este acto. “Jesús nos pregunta: ¿Comprenden lo que estoy haciendo?” y explicó que en cada Eucaristía, Él toma nuestra suciedad diaria de los pies y nos lava, nos besa y nos restituye.
En este día santo se instituyen la Eucaristía, el sacerdocio y la caridad. “Si entendemos esto, descubriremos que la Eucaristía no es solo un momento de alabanza, sino una participación real en la naturaleza divina: ser amados por Dios y, con ese amor, amar a los demás”. Por ello, somos invitados a ser “luz del mundo, sal de la tierra y fermento en la masa”, explicó el padre Javier.
Al día siguiente, Viernes Santo, nos congregamos para celebrar la Pasión del Señor, en un ambiente de silencio, oración y contemplación.
Luego de proclamar la Palabra, nuestro párroco recordó que “Jesucristo se deja traspasar por la lanza para mostrarnos cuál es la verdadera forma de amar: la cruz. Entregar la vida por los demás, perdonar al enemigo… eso solo es posible con el amor de Dios en el corazón”, expresó.
“Hay mucha más alegría en dar que en recibir”, insistió, destacando que solo un Dios humilde y todopoderoso puede transformar el sufrimiento en redención. Por eso, llamó a los fieles a asociar sus dolores y los de toda la humanidad a la pasión de Cristo: “Contemplemos al que ha sido traspasado, y pidamos la gracia de vivir entregándonos por amor”.
Más tarde, la comunidad se dividió para realizar el tradicional Vía Crucis en por las calles del territorio parroquial, llevando la cruz como signo de testimonio público; y otro por el templo, meditando las 14 estaciones de Jesús hacia el Calvario.
Luego, como signo de profunda convicción, nos acercamos uno a uno a adorar la Santa Cruz, aquel madero que nos recuerda que Él se redimió por nuestros pecados.
Fueron dos días de profunda vivencia espiritual, en que el corazón de la comunidad se unió al misterio de la entrega de Cristo.
Durante la mañana del Viernes y Sábado Santo se realizaron dos profundos y fortalecedores retiros espirituales, guiados por el padre Mariano Irureta. Revísalos al final de la nota.
La esperanza se abrió paso al Sábado Santo y la gran celebración de la Resurrección a la que estamos llamados a vivir en forma permanente.
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