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Viernes 12 de Septiembre, 2014

Proyecto de la parroquia Inmaculada Concepción de Vitacura: Un millón de gracias

 


Tras el terremoto del 2010, el padre Eduardo Howard pidió a 50 familias de su comunidad que aportaran con un millón de pesos para 50 familias damnificadas. En octubre se entregarán las nuevas casas de la Villa Inmaculada Concepción, en Hualañé.

La Villa Inmaculada Concepción será, a partir de octubre, el lugar en que una historia de destrucción, la del terremoto de 2010, se transforme en la de la creación de una vida nueva. En el sector El Porvenir, de la localidad de Hualañé (diócesis de Talca), 113 familias recibirán sus nuevas casas.

"No tenía idea de donde quedaba Hualañé", dice hoy el padre Eduardo Howard. Tras la catástrofe del 27 de febrero, la Iglesia impulsó la experiencia de hermanamiento entre parroquias, para apoyar a las comunidades más afectadas. "A nosotros nos tocó la parroquia del Santísimo Sacramento", agrega el párroco de Inmaculada Concepción, de Vitacura, en la zona Cordillera.

Hualañé se ubica de Teno hacia la costa, camino a Vichuquén, a unas 3 horas de Santiago. Allá fue el padre Howard, acompañado por dos feligreses, Javier Irarrázaval y Sebastián Guerrero, a conocer al padre Ricardo Varas, que en ese entonces era el párroco del Santísimo Sacramento.

 

"Nos contó qué estaba pasando después del terremoto", recuerda Howard. "Su Iglesia estaba en el suelo, pero ya se había empezado la construcción de una capilla, por iniciativa de unos arquitectos de la UC, que es la que actualmente usan como iglesia", dice. 
Sin embargo, de entre las preocupaciones del padre Varas -el hospital derrumbado, colegios dañados-, lo que más le inquietaba era que "había algunas familias que habían quedado sin casa y estaban viviendo de allegados", dice el padre Howard.

 

Sincrónicamente, durante una visita a la parroquia, descubrieron en una oficina una serie de planos. "Son las casas que da el gobierno", dijo el padre Varas, quien les explicó que se trataba de un subsidio de 600 UF, que alcanzaban para la construcción de viviendas dignas y cómodas. Pero el requisito básico era que los beneficiarios debían proporcionar el terreno. En eso, la comunidad de Inmaculada Concepción de Vitacura fue clave.

Solo un millón

El padre Howard sacó cuentas y se abocó a la tarea de conseguir un terreno. No le costó demasiado encontrarlo, pero necesitaba $ 50 millones para comprarlo.

"Un fin de semana llegué a la parroquia con este proyecto -cuenta el padre-, y justo coincidió con que la lectura de ese día, que era sobre la preocupación por los más pobres, venía al caso. Así que les pedí a los que pudieran, que nos dieran 1 millón de pesos, es decir, que necesitaba 50 familias que nos regalaran $ 1 millón para regalarle una casa a 50 familias de Hualañé".

"Hay tanta gente que se compra terrenos en La Dehesa -reflexiona hoy-, construye su casa y las de sus hijos, y ¿cuánto se gasta en eso? Para ellos, ¿qué es un millón? Claro, igual es harta plata, pero hay gente que puede demás dar un millón de pesos", afirma.

Quince días después ya tenía los $ 50 millones. "Recibí muchos cheques, y hubo señoras que me regalaban pulseras de oro o collares de perlas. Y ahí partía a una joyería aquí en Alonso de Córdova para cotizarla", recuerda.

A través del padre Ricardo Varas, contactaron a la fundación Crate, de la diócesis de Talca, que tenía experiencia en la construcción de viviendas sociales. "Y les entregamos el terrenos para que llevaran adelante el proyecto", dice.

El mismo padre Varas, a través de la Pastoral Social, buscó a las familias beneficiarias, y la fundación realizó la gestión. Claro que entre medio surgieron las trabas burocráticas. Los problemas con el tipo de suelo en que estaba planeado el proyecto habitacional. "Costó un mundo sacar esto adelante" dice el padre Howard.

Hubo que cambiar el terreno, permutarlo por otro que tenía el Serviu. "Imagínate que ya le habíamos mostrado a la gente el terreno donde iban a estar sus casas", agrega. Y como los números no cuadraban, se fue aumentando paulatinamente el número de casas. Finalmente, el proyecto salió adelante, pero ya no eran 50, sino 113 los hogares que ya están prácticamente construidos.

"Las casas las financió el gobierno, pero no hubiese sido posible sin la gestión de la parroquia", dice Howard. "Este es un proyecto que sale desde la Iglesia, de las parroquias que se preocupan de la gente que no tiene un lugar donde vivir", agrega.

"Hay mucha gente que tiene y puede y ayuda, a ellos me gustaría agradecerles. Eso es lo primero. Pero es evidente que tiene que haber gente que no ayuda, que se preocupa de sí misma y que les importan nada los demás. A ellos les diría que den el paso, porque ayudar siempre es una alegría, nos hace crecer, nos hace mejores personas, más sensibles, más felices, partiendo por lo que se pueda, mirando alrededor, al que tenemos al lado", concluye.

 


Fuente: Comunicaciones Iglesia de Santiago
www.iglesiadesantiago.cl

 




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