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Domingo 1 de junio Ascensión del Señor
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.
Vosotros sois testigos de esto. Mirad, yo voy a enviar sobre vosotros la promesa de mi Padre; vosotros, por vuestra parte, quedaos en la ciudad hasta que os revistáis de la fuerza que viene de lo alto».
Y los sacó hasta cerca de Betania y, levantando sus manos, los bendijo.
Y mientras los bendecía, se separó de ellos, y fue llevado hacia el cielo.
Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.
Palabra de Dios
Compartimos contigo la reflexión de Fray Manuel Jesús Romero Blanco O.P., misionero dominico en la Amazonía del Perú.
El cristianismo se gestó desde los testimonios de aquellos que fueron testigos y compañeros de Jesús. Los Evangelios son las narraciones acreditadas y conservadas de las relaciones que Jesús mantuvo con ellos y de cómo fueron intuyendo y descubriendo el nuevo proyecto de Dios para la humanidad a partir de esos encuentros. La fe es el despertar del creyente a la experiencia de Dios en y desde Jesús. Jesús no es un hombre cualquiera, ni siquiera el mejor de los hombres posibles, es el Hijo de Dios y Dios mismo. Lo vieron levantarse de entre los muertos y lo vieron levantarse ir al cielo. Ese es el testimonio, que la resurrección de Jesús y su ascensión al cielo es parte del mismo proceso.
La resurrección y ascensión del Señor son datos de fe, creencias religiosas, en torno a las cuales un grupo de personas, judíos y no judíos, elaboraron su fe y su culto en el convencimiento que Dios ha visitado a su pueblo para rescatarlo de la opresión del pecado y liberarlo de las ataduras de la enfermedad, del sufrimiento y de la muerte, afirmando, además, que esa salvación ofrecida por Dios es para toda la humanidad y que, por tanto, todo el mensaje de la salvación tiene que ser conocido, y vivido, por todos los hombres y mujeres, sin distinción de pueblos, razas, culturas, países, etc. La salvación de Dios es universal. Católico es una palabra griega que significa universal, para todos sin distinción.
La fe cristiana se difundió desde Jerusalén como un granito de mostaza y hoy está presente en todo el mundo, aunque no toda la humanidad sea cristiana. Cada generación tiene que dar respuesta a la pregunta de Jesús: ¿Quién dice la gente que soy yo? La respuesta a esa pregunta es siempre desde la fe de un Dios que, levantado sobre el suelo, fue crucificado, que, levantado sobre la muerte, fue resucitado, que, levantado al cielo, es glorificado, para que nosotros también experimentemos su gloria.
Fuente: Dominicos.org
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