Viernes 19 de Enero, 2018

El cuidado de la naturaleza está íntimamente unido al cuidado de la dignidad de la vida humana, de ahí la importancia de hacernos responsables personalmente  en esta tarea, «en base a la misión que Dios  ha dado al ser humano en la Creación: “cultivar y cuidar” el “jardín” en el que lo ha puesto». Para realizarla, dice el Papa, se requiere un «cambio de corazón», es decir, una conversión interior que nos lleve a adoptar nuevos estilos de vida en relación a la producción, a la distribución y al consumo: «Tu reacción hacia una botella de plástico es una cuestión de corazón, y no de la mente». Esto quiere decir, que el cambio debe comenzar en la vida 
cotidiana de cada persona para llegar a transformarse en un movimiento global. El Papa señala que «abordar esta cuestión sería un modo de contrarrestar la cultura del descarte, que termina afectando al planeta entero», partiendo por el ser humano.