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Miercoles 10 de Mayo, 2017

¿Qué es ser un catequista?

 


Este mes celebramos en Chile el día del catequista

Este mes celebramos el día nacional del catequista en Chile, por lo que hemos preparado este pequeño material para valorar aún más la labor que los catequistas realizan día a día por nuestra Iglesia.

¿Qué es un catequista?

Hace años, no sólo constatamos índices bajísimos de formación cristiana en las grandes masas por falta de catequesis. La conclusión era clara: urgía una acción evangelizadora. Decidimos contratar catequistas que evangelizaran todo el tiempo disponible de la semana, con la finalidad de acelerar la acción catequizadora.

La acción eficaz de los catequistas permitir  a los sacerdotes dedicarse más a su específica labor ministerial. Pero, para lograr este avance de la corresponsibalidad eclesial, los catequistas deben vivir con actitud misionera y apostólica. Deberán tener formación integral.

¿Qué es un catequista? Fisonomía teológica:

Vamos a analizar cómo ven la Biblia y los documentos del Magisterio de la Iglesia la fisonomía del catequista. Pero, cuando el catequista es dócil a la Palabra de Dios y la transmite con fidelidad, es Dios quien habla por él. Se convierte en instrumento de la Palabra vivificadora.

¿Qué es un catequista? Fisonomía humana:

El catequista es un educador. Tiene que educar la fe. Pero la fe es don sobrenatural.

Características prioritarias del catequista:

- El compromiso eclesial.

- El sentido misionero.

- La iniciativa.

- La superación integral.

- El trabajo en equipo.

- La prudencia

- La coherencia en su condición de evangelizadores

- El sentido ecuménico

Un buen catequista, además de educar la fe de quienes reciben sus cursos, puede tener unos frutos indirectos:

- Promover la vitalidad de la parroquia

- Promocionar socialmente a sus comunidades. 

- Detectar y enviar vocaciones al Seminario mayor y menor, y a conventos de religiosas.

- Facilitar el acercamiento de católicos alejados con la parroquia

- Frenar el avance de las sectas

En resumen, un buen catequista se distingue por su profesionalidad. La profesionalidad hace que toda la vida del catequista refleje el mensaje que transmite con alegría. Preferentemente, los catequistas deben ser autóctonos, para que tengan más capacidad de inculturación.

En algunas diócesis, se ha establecido el ministerio del catequista como una estructura estable y respaldada por la Jerarquía para desarrollar la Nueva Evangelización. Es muy conveniente este ministerio, por ser el catequista parte vital en la predicación y en la vida de la Iglesia. Recordemos que un ministerio es dar valor público y respaldo comunitario a una tarea eclesial. El catequista es un ministro de hecho, porque tiene su valor ante todos y la comunidad lo necesita.

La formación del catequista

La formación debe equilibrar la capacitación intelectual con la experiencia real. Es decir, es indispensable la formación por la acción. Es necesario definir el modelo de catequista que se desea conseguir, de acuerdo con las necesidades o con los programas de trabajo. Un buen programa de formación de catequistas debe tener mecanismos de acompañamiento para ayudar a cada uno ante las dificultades y preguntas que le vayan surgiendo en su trabajo. Debe evaluarse el avance o las necesidades del programa educativo, para precisar cuáles variantes o novedades se requiere incluir en el programa inicialmente previsto. Debe procurarse siempre el equilibrio en los cuatro sectores esenciales de la formación del catequista:

a. Formación doctrinal:

b. Formación espiritual:

c. Formación metodológica.

d. Formación humana.

El proceso formativo del catequista debe enseñarle a analizar y enjuiciar equilibradamente las personas y los acontecimientos que van cruzándose en su vida. La cultura cambiante, llena de antivalores consumistas y superficiales, exigen una jerarquía de valores definida y valiosa al catequista actual, para que pueda adaptarse y transformar evangélicamente a su comunidad.

Fuente: ACIPrensa




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